jueves, 20 de mayo de 2021

LOS CORDIER (UNA FAMILIA COMO CUALQUIER OTRA) - DEL LIBRO "LIBREPENSADOR" - MATIAS CASTAGNINO

 

LOS CORDIER (UNA FAMILIA COMO CUALQUIER OTRA)

Se conocieron escarbando en la maraña virtual de Internet. Kilómetros de cables y códigos binarios en realidad no los separaban tanto, ya que vivían a quince cuadras uno del otro.

Ella, Estela, traía una compulsión de repetición con mil y un intentos frustrados. A cada hombre le encontraba la pestaña que la incomodaba lo suficiente como para descartarlo. El síndrome del “príncipe azul” ideal. A aquella primera cita con él fue más presionada que convencida para aceptarlo, porque ya varias de sus amigas se habían casado y dado a luz.

El, Eugenio, por su lado, venía de un noviazgo de once años. Analizaba con lupa cada reacción de Estela para vislumbrar aquellas sombras que pudieran potenciarse con el tiempo. Y ni aun así sus cálculos funcionaron en los vanos intentos de apresar al futuro y al corazón con la razón. Después de largos meses terminó por aceptarla a pesar de su carácter tan fuerte, sólo porque no encontró ninguna mujer mejor entre todas las que buscó.

Todo un largo matrimonio sin quererse, como turistas casi desconocidos en un hotel, que era su hogar. No era de extrañar que durmieran desde hacía años en habitaciones separadas.

Eugenio postergaba y detestaba los arreglos de la casa. De la misma manera que Estela renegaba de cocinar y pedía rotisería diariamente. Cuando estaba a punto de romper con su mujer, organizaba algún interesante viaje para los dos que emparchaba la relación. Pero una de sus mayores irritaciones de fondo era que Estela ganara más dinero por mes.

Por el rechazo y la desconfianza que sentía hacia todas las mujeres, jamás pudo amar de verdad a Selene, su única hija. Estela, a su vez, fue siempre competitiva con la niña, aunque en público fingía estar orgullosa de ella.

La típica familia disfuncional en el mar de secretos, indiferencia y falta de diálogo que era la casa de los Cordier. Cada uno jugando el infame papel rígido, con la comunicación restringida a las palabras que se adecuaban a esos roles. El juego macabro era adaptarse al papel de los demás, aplastando deseos, sentimientos, necesidades; el maldito cambio de tema cuando alguno quería hablar de los problemas. Cómo no prever que la semilla de ese tipo de hogares se cultiva en el noviazgo…y ninguno de los dos se animó a dejar al otro.

Estela fue muy astuta para su partida: recolectó dinero de todos los familiares para una supuesta operación de cáncer, y se realizó el implante de siliconas en los pechos, luego de lo cual se fue con su amante. Eugenio fue menos pretencioso e invitó a Clara a que trajera sus valijas a la casa; la empleada doméstica con la que mantenía una relación desde hacía años.

Pensar que el oficial público que los casó les deseó un buen matrimonio no sólo en honor al amor, sino también para consolidar la institución de la sociedad conyugal, la de los Cordier, una familia como muchas otras.-

 


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