miércoles, 5 de mayo de 2021

LIBRO "LA CURA PSICOLOGICA DE LA NEUROSIS DE IRINEO CROPOSKY (AUTOANALISIS Y TERAPIAS)" - MATIAS CASTAGNINO


 

La identificación con la figura del padre, el “trastorno hacia lo contrario”, la “posición fálica” y la cosificación del otro

_Muchos de mis alejamientos del prójimo y de mi aislamiento son producto de pretender vengar el desinterés y frialdad de mi padre hacia mí, haciéndoselo padecer al prójimo. Esto es producto del destino de la pulsión del “trastorno hacia lo contrario”.

Existiría una identificación con mi padre, y a la vez un ánimo de venganza, que puede ocultar un “Edipo invertido” mío hacia mi padre, con la búsqueda de un goce sádico, haciéndole sufrir la soledad y la traición al amor y esperanza en el vínculo, al otro.

Dado el sadismo que mi padre tenía, puede existir en mí el fantasma de “pegan a un niño”, en el deseo inconciente de ser pegado por mi padre, degradado por regresión del deseo de ser amado por mi padre. Existe el deseo sádico en mí de hacerle padecer al prójimo todo el desinterés y abandono de mi padre, proyectando la figura de él en el otro.

_Mi aislamiento y negaciones en general, son producto de tres conductas:

1)   El temor a ser asesinado por mi padre

 

2)   La lucha por no ocupar la posición fálica con mi madre, repitiendo con susceptibilidad el rechazo a “ser gozado” por el otro

 

3)   Mi identificación con “el niño despreciable” que mi papá sintió que yo era, y con la conducta de “hacerme echar” que él tuvo hacia mi familia.

_La lucha exagerada por no ocupar la posición fálica, es mi mayor obstáculo para formar una pareja estable. Mis inflexibilidades y resistencia a ser gozado por mi pareja, me llevan a pretender gozar yo en extremo de ellas, ubicándolas en la posición de un objeto.

_En este ánimo de cosificar al otro para gozar de él sin peligros, se esconde mi deseo inconciente de inmovilizar a mi padre violento, golpeador de mi madre y ausente, para poder gozar de él o contenerlo, algo que nunca pude hacer.

También este ánimo de cosificar al otro puede esconder una pulsión sadomasoquista de “ser yo pegado” por mi padre, degradada por regresión en el deseo de “ser yo amado” por mi padre. Es el fantasma del texto de Freud “Pegan a un niño”.

A este fantasma de inmovilizar al otro también lo hago presente en los grupos, generando un vacío, saliéndome de las escenas de interacción.

Mi posición de “observador ausente de las escenas grupales, evitador de la interacción”, también puede deberse a haber sido espectador del sometimiento y violencia de mi padre hacia mi madre, y el espanto ante ese sadismo de mi padre.

Ante esa violencia, yo evitaba “ser visto” por mi padre, para resguardarme y sobrevivir, no constituyéndome así como sujeto, en el tercer tiempo de la pulsión escópica (ser visto). El espanto de esas escenas y trauma me hicieron sostener la fantasía de la actualidad de ese peligro, y de que es algo de lo que aún debo protegerme, aislándome socialmente y negando ese dolor.

 

La falta de unidad entre la corriente sensual y la corriente tierna de la libido por la madre

Según Freud, en las neurosis existe un conflicto para reunir la corriente sensual con la corriente tierna de la libido, o entre el goce degradante (sucio) y el goce idealizado, o entre la castración y el narcicismo.

Los rechazos de mi madre para el cariño cercano, su falta de juego y mayor dedicación de tiempo con exclusividad hacia mí, produjo que no se desarrollara normalmente mi libido, afectando la unidad de su corriente sensual con la corriente tierna.

Esto sumado a hostilidades diversas en mi crianza. Por ejemplo los retos o golpes que a veces me daba, las largas penitencias encerrado en mi dormitorio, las altas exigencias en hábitos de conducta (como todas las “normas para comer educadamente”, o el no poder levantarme de la mesa hasta terminar algunas comidas que me eran desagradables, o el exceso de labores domésticas, etc.)

Toda esta falta de afecto por parte de mi madre activó mi neurosis desde niño, y sumada a la represión natural del incesto, me agregó represiones e inhibiciones mayores.

La escases de esa corriente tierna de la libido también me produce la hostilidad, dureza, falta de aceptación del deseo de mis parejas, con las correspondientes rupturas.

Puede que yo haya provocado una regresión mayor que la normal de mi libido hacia mis objetos de juego y hacia mis fantasías, generando así mi neurosis, con una mayor intensidad, producto de no contar con la ternura de mi madre para volcarla en ella. Y provocando así una creación intelectual solitaria excesiva y sintomática.

A todo este duelo, sumado al duelo inconcluso por los traumas generados por mi padre biológico, me encuentro teniendo que resolverlo tardíamente ahora en mi adultez, con el psicoanálisis.

Mi madre obstaculizó aquella ternura en el vínculo conmigo desde mis tres años en adelante, desde que conoció a mi papá de crianza. Para esa edad, no sólo dejó de realizar juegos conmigo, sino que también rechazaba mis acercamientos cariñosos. Pocos años después, a esos rechazos los manifestaba con órdenes y labores domésticas, tal como en la actualidad a sus represiones expulsivas las manifiesta con críticas y órdenes abundantes.

Esos rechazos produjeron dolor en mí, con la sensación de desamparo y afectando mi autoestima. Y si comenzaba a generarse un trato tierno, ella se encargaba de que no durase mucho.

Esta puede ser una de las causas por las que yo siento que un vínculo armonioso y amoroso no puede durar mucho con mis parejas, y al poco tiempo de la relación, aflora mi superyó con conflictos, como una identificación con el superyó duro de mi madre.

Yo experimento también una represión a mi ternura en el vínculo actual con mi hijo, retándolo a veces injustificadamente después de jugar armoniosamente con él, también como identificación con el bloqueo de la ternura de mi madre.

Por ocupar durante muchos años una posición fálica a la cual me reducía mi mamá, con sus excesos de órdenes e imponiendo su deseo, yo tengo muchas dificultades para aceptar el deseo del otro, en general, con todo el mundo. Debo ejercitar mucho la aceptación del deseo del otro, ya que esta es una de las causas de mayor conflictividad y obstáculos en mi vida. Por ejemplo, con mi hijo, parejas, compañeros de trabajo, etc.

Con mi hijo David, acompañarlo en actividades y propuestas suyas donde manifiesta su deseo, me abre cantidad de confianza y logro de múltiples conductas buenas por parte de él. Por ejemplo, el discernimiento para hacer caca en la pelela lo generó después de que yo imprimí su distintivo de la escuela (que su madre me reclamó con insistencia), y todo en el mismo día en el que también accedí a cenar con él en la cama, que es su territorio de juego, y al cual yo me venía negando desde siempre.

 

Acerca del “Fantasma fundamental” y la dificultad para aceptar el deseo del otro

_En la raíz de mis traumas de la infancia, ha quedado inscripta la creencia de ser yo “Irineo, el niño despreciable que merece ser abandonado”, por todo el desprecio que ejerció mi padre biológico sobre mí, mi mamá y mi hermana.

Esta falsa creencia del “Irineo despreciable” es parte de mi fantasma fundamental, sumado a que aparte de ser despreciable en la posición en la que me puso mi padre, también él podía asesinarme. Este temor a ser asesinado por mi padre, también puede ser parte de dicho fantasma.

Dicha creencia me afectó en general durante toda mi vida, mis vínculos, mis proyectos y sueños; perjudicando mi autoestima, mis relaciones de pareja y el vínculo y crianza de mi hijo. Al ser degradado como objeto de amor por mi padre, también degradé yo a mis seres queridos, vínculos y proyectos. Por ejemplo las convivencias que no me funcionaron; o no cuidar más a mi hijo sin prepararle mamaderas, cambiarle los pañales ni calmarlo de noche apenas nación, etc.

En cuanto a las convivencias frustradas, esta degradación de autodesprecio se manifestó siempre teniendo que permanecer en soledad total, por lo que yo me encargué inconcientemente de expulsar a cada ex novia con mis conductas.

El sentimiento de fondo mío puede haber sido la culpa y los autorreproches neurótico obsesivos, como consecuencia de esa falsa creencia destructiva, generada en mí por mi padre.

El “deseo prohibido obsesivo” mío, que le hago sostener al otro en general, puede ser la creencia contraria al “Matías despreciable” que me cargó mi padre; o sea el “Matías digno de amor, que puede corresponder los vínculos amorosos, la amistad, la flexibilidad, ponerse en el lugar del otro, etc.”

Dicha creencia de ser un sujeto despreciable funciona como mi fantasma fundamental, porque este surge cuando el niño interpreta el deseo de los padres, y claramente el deseo de mi papá fue de desprecio hacia mí, aún estando yo en el vientre de mi madre. También a mi mamá pretendió reducirla a esa posición de “mujer despreciable”, pero fracasó con ambos.

Así, mi “marco de la realidad” o manera de ver el mundo fue esa posición de “niño despreciable y abandonado”, que mi padre sintió hacia mí.

El atravesamiento de este fantasma va a implicar desarticularlo con conductas contrarias, reordenando mis defensas y modificando mi relación con el goce. También implica saber sobrellevar creativamente mi sinthome; la caída del “sujeto supuesto saber”; tener un “deseo advertido” para evitar peligros, repeticiones, etc. Y requiere un cambio en la interpretación que hice desde niño del deseo del otro. 

_En relación a mi fantasma fundamental “temor a ser asesinado por mi padre”, también mi madre generó su deseo y conductas protectorias hacia mí; y en base a mi interpretación de esos deseos y conductas, es que yo construí mi fantasma.

Como el fantasma tiene una función defensiva y está asimilado a la “detención en la imagen”, es un modo de impedir que surja un episodio traumático, y ese episodio es el “temor a ser asesinado por mi padre”. La imagen propia en la que me detengo es la de aislarme y atrincherarme para salvar mi vida, negando el horror de la violencia que mi padre ejercía sobre mi madre. Siendo también esa imagen coagulada un modo de defensa contra la castración. Esto genera mis conductas sintomáticas de la acumulación (de información, canciones, libros, etc.), en soledad, y produciendo el “gasto inútil neurótico”, por la falta de salida suficiente de toda esa energía.

Mi fantasma actúa en base a sostener el discurso del “temor a ser asesinado por mi padre” (discurso que también sostuvo mi madre), y en todos mis vínculos humanos yo interpongo dicho discurso. Por ejemplo: en determinados aislamientos, reclamos y exigencias obsesivas hacia mis parejas, yo les estaba diciendo inconcientemente que mi padre podría asesinarme, producto de su violencia y alcoholismo, que necesitaba protección, que no alcanzaba con su compañía y que yo no podía quedarme tranquilo ante ese peligro.

Sostener ese discurso fantasmático es también lo que me corta la amistad con el prójimo, la fluidez en los vínculos, la integración con mis hermanos, etc. El prójimo lee en mí que existe una preocupación mayor (por ese temor a ser asesinado), y que me esfuerzo por anular el deseo del otro y presentarme como alguien “sin falta”, como “sujeto supuesto saber”.

_Yo tengo dificultades para aceptar el deseo del otro por dos razones:

1)   Temo que el prójimo me conduzca a los caminos perniciosos y peligrosos que pretendía llevarme mi padre, de no haber sido por la protección que me dio mi mamá.

2)   Mi deseo fue muy desatendido, primero por mi padre, con su desprecio y abandono; y luego por mi madre, con una crianza bastante estricta, en la que no me acompañó muchas veces que la necesité, y no se me escuchaba en muchos deseos míos.

Mi fantasma fundamental es también una estrategia para poder detener en algún punto el deseo del otro, y cosificar así al otro para que mi deseo tenga un objeto. Siendo también dicho fantasma una estrategia para localizar un objeto apto para el goce.

Esta cosificación del otro y anulación de su deseo; este esfuerzo por inmovilizar al otro mediante el habla, actitudes, conductas, etc., son una estrategia para convertirlo en objeto pasivo y controlable por mí, y evitar así cualquier posible agresión; que es el reflejo y proyección de las hostilidades a las que me sometió mi padre, y a las que sometió a mi mamá.

Logrando así inconcientemente que el otro se convierta en un objeto inmovilizado, podría yo gozar:

1) 1) Evitando recibir cualquier perjuicio del otro, siendo mal guiado, como lo hacía mi padre

 

2)  2)Pudiendo vengarme con el otro, proyectando así el sentimiento de venganza y furia reprimido que pude haber tenido hacia mi padre

 

3 3) Cosificando y conteniendo reflejamente al deseo de mi padre para poder gozar de él, dado que su violencia me impedía hacerlo

 

Todas estas conductas fantasmáticas y obsesivas, tienen su raíz en el axioma de mi fantasma fundamental: “temor a ser asesinado por mi padre” y “necesito la protección de mi madre”.

La inmovilización del otro que yo busco por medio de mi fantasma fundamental también puede significar el deseo de retener la vida familiar, armonía y presencia de mi madre y padre que no tuve. Como si buscara lograr y capturar esa escena familiar que me produciría tanto goce, frenando el deseo del otro; congelando y cosificando al otro.

 

Quizás por el incumplimiento de esta fantasía inconciente imaginaria, es que no he encontrado satisfacción ni aun cumpliendo parte de mis sueños. Por ejemplo al sentirme vacío después de tocar con mi banda en la Sala Lavardén, yéndome a dormir, sintiendo soledad, o en otros shows.

También esta “inmovilización del otro” (o conflictividad en caso de no lograrlo, como con mis parejas, con mi mamá o ciertas figuras de autoridad), son el discurso inconciente de mi superyó de frenar la interacción y amor del otro, por considerar que el amor que necesito es el de mi padre y madre, idealizando o como hubiera debido ser (normal), en mi niñez; esa normalidad y coherencia que no ocurrió en el vínculo familiar por culpa de mi padre.

 

Mi síntoma de no ofrecerme para el goce o deseo del otro, y la dificultad que tengo de aceptar ese deseo, es producto de dos factores:

 

1)   Ocultarme ante los deseos perversos de mi padre y su violencia, descontándome del otro para constituirme como sujeto

 

2)   La falta de juego y aceptación de mis deseos por mis padres, que produjo que no se ofrecieran como objetos de goce hacia mí, identificándome yo con esas conductas

Cuando los lazos sociales se sostienen en el fantasma, ocurren de la forma en la que el sujeto está identificado al objeto en el fantasma. Esta identificación sucede hacia un objeto pulsional, según el tercer tiempo de la voz gramatical de la pulsión, según cada una de las cuatro pulsiones: hacerse chupar, hacerse cagar, hacerse ver y hacerse oír.

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