jueves, 10 de diciembre de 2015


CUANDO TE ACOSTUMBRÁS A PERDER COSAS QUE NO SE PUEDEN REEMPLAZAR DESDE PEQUEÑO

 
Cuando te acostumbrás a perder cosas que no se pueden

reemplazar desde pequeño, corrés el serio riesgo de volverte

un insensible que no registra al prójimo, que puede hacer del otro

una pared.

 
Cuando te acostumbrás a perder cosas que no se pueden

reemplazar desde pequeño, es mucho más fácil y cómodo amar

abstracciones que a personas, como al arte o a los amores platónicos

envueltos en princesas rosadas y príncipes azules.

 
Cuando te acostumbrás a perder cosas que no se pueden

reemplazar desde pequeño, solés tener conflictos con los jefes

laborales, y mantenerte en una especie de margen de los grupos.

 
Cuando te acostumbrás a perder cosas que no se pueden

reemplazar desde pequeño, es común buscar límites en el prójimo,

los mismos límites que una parte adentro tuyo grita por aquello

que fuiste despojado desde niño.

 
Cuando te acostumbrás a perder cosas que no se pueden

reemplazar desde pequeño, podés tener impulsos compulsivos

o autodestructivos, como también los tienen las personas “normales”

que nunca perdieron nada.

 
Los agujeros de las pérdidas…las cosas irremplazables;

allí vamos con bisturí y sin anestesia.-
 
Matías Castagnino