jueves, 3 de junio de 2021

LIBRO: "LA CURA PSICOLOGICA DE LA NEUROSIS DE IRINEO CROPOSKY (SUS AUTOANALISIS Y TERAPIAS)" - MATIAS CASTAGNINO



 

Las consecuencias del desamparo de mi padre – Retracción de la libido y narcisismo

La gran afectación que sufrió mi autoestima fue producto del desamparo de mi padre desde que nací; con los temores, angustias e inseguridades que me marcaron al día de hoy por no contar con ese apoyo propio de un papá, y el miedo de no poder salir adelante en la vida, siendo que él nos abandonó junto a mi madre y mi hermana como grupo familiar.

Ese temor a “no poder salir adelante” se vio reflejado en múltiples aspectos de mi vida y fracasos, como: mi ineptitud para integrarme en grupos humanos (como mis compañeros de la primaria, o el curso de la secundaria de la que me terminé yendo al terminar mi tercer año, o mis inseguridades para conquistar, cortejar y sostener noviazgos, etc.)

El desamparo doloroso de mi padre produjo que yo sostuviera la creencia de ser débil, estar desprotegido, y ser inepto para determinados desarrollos, y así que retrajera mi libido gradualmente de las personas, y la volcara en mi yo; siendo notable cómo lo hice con el gran acrecentamiento que siempre tuve de mis fantasías, tanto luminosas como oscuras, pero que me perjudicó realizarlo de esa forma. Por ejemplo, con los enamoramientos platónicos que tuve desde mi pubertad, que fracasaban al intentar concretarlo con las mujeres con las que yo fantaseaba. O imaginando grandes peligros cuando en verdad no existen, inhibiéndome en la toma de decisiones.

A la vez, el narcisismo que generé al retrotraer mi libido sobre mis fantasías y objetos, puede ser un mecanismo creado como defensa en mi primer infancia, ante la violencia de mi padre hacia mi madre frente a mis ojos. Yo padezco un malestar histórico por la salida de mi zona de confort y apertura a momentos sociales que implican un vuelco de la libido hacia personas. Este malestar suele ocurrir al generarse encuentros en horarios, lugares o actividades distintas a las que son de rutina. Por ejemplo, al visitarla a mi mamá caminando por la tarde; o al dormir en la semana con mi hijo en la casa de su madre para llevarlo al dentista a la mañana siguiente. Claramente, para ejercitar y crear la red de vínculos sociales que deseo, debo practicar el vuelco de la libido en personas según mis intereses, y sabiendo que toda esta inteligencia social no es un proceso automático ni pronto en el tiempo. Dicha red me va a ser muy útil como oxigenación cuando me ponga de novio, y la vengo cultivando con acercamientos, atenciones (como los saludos para los cumpleaños de amigos) y desarticulación de prejuicios (como hacia mi mamá), desde hace varios años.   

 

Sobre la elección de caminos complicados en mi vida

Históricamente yo he elegido caminos complicados en mi vida, como consecuencia de las sobreexigencias de mis padres desde mi infancia, y en diferentes casos esto me ha traído consecuencias malas. Por ejemplo, la compra del ex hogar familiar proveído a mi hijo, que por lo vieja y abandonada que estaba, me implicó enormes esfuerzos, tiempos, energía, dinero y peligros para refaccionarla y luego para ampliarla.

También esta inclinación por las dificultades es una marca inscripta en mí por el trauma del desprecio y la violencia ejercida por mi padre desde que nací, sobre mi familia; el cual fue la complicación más grande que padecí en mi vida.

Con la elección del arquitecto errado para la ampliación de dicho hogar, y el cambio por el nuevo arquitecto ya conocido por mí, existió una identificación del primero con mi padre biológico, buscando el apoyo que mi papá nunca me dio, y también al ocupar él el lugar de amenaza real con sus fracasos y descuidos que me perjudicaron, y que gracias a mi previsión no fueron mayores. Quizás al segundo arquitecto tendí a identificarlo con mi papá de crianza Gustavo, proyectando en él la salvación que significó de la situación difícil y dolorosa en la que nos encontrábamos junto a mi madre y mi hermana, bajo la amenaza de mi papá biológico.

Estas dos identificaciones sucedieron en el contexto de ser mi madre quien aportó la mayor parte del dinero para la compra, refacción y ampliación de dicho hogar, como protección hacia mí por la situación complicada en la que me encontré al tener un hijo con Sofía, sin saber convivir con ellos y estando obligado a proveerles una casa familiar.

La violencia de mi padre biológico hacia mi madre aún durante su embarazo mío, complicó mi vida con un peso desde antes de nacer. Sin dudas que a esa escena la he repetido a lo largo de toda mi vida hasta el día de hoy, con proyectos e iniciativas que coherentemente debían ser más sencillos de concretar, y al llevarlos a la realidad se complejizaban sin ninguna razón ni posibilidad mía de prevenir tales problemáticas. Por ejemplo: mi carrera universitaria de economista que duraba cinco años, la realicé en diez, por las muchas veces que rendía mal diferentes materias. O con la obra de ampliación del ex hogar familiar, que por los múltiples descuidos del arquitecto se prolongó mucho en el tiempo, me ocasionó afecciones en mis emociones y cuerpo, y se encareció bastante, siendo la demolición del balcón construido por él que no cumplía con las medidas ni con la resistencia reglamentaria, y los pisos inconclusos de colocación, todo un gasto extra que debí afrontar a mi cuenta.

Matías Castagnino 

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