LA ROSA DEL DESIERTO (NARRACION ORAL)
Cuenta la historia que hace algunos años, el
viajante Erdogàn fue enviado en una misión, desde un extraño lugar del espacio,
a una región del planeta Tierra llamada “Pantano Triangular Sur”. Quien lo
envió fue un viejo amigo suyo de nombre “Luz Mayor”, y esta misión consistìa en
la difícil tarea de encontrar algo muy pero muy valioso: la Rosa del desierto
(Narrador toca la armònica).
Fue entonces que Luz Mayor le escribió en un
papel las instrucciones a seguir para encontrar la Rosa. (Narrador saca un
papel de su bolsillo y lo lee)
“Querido Erdogàn: después de tantos años
esperando por la realización de esta gran misión, de la que sos protagonista,
tengo el gusto de enviarte con la esperanza de que la cumplas. Como lo vengo
haciendo desde que tengo memoria, con tus pares, debo recordarte que la meta es
encontrar la Rosa del Desierto y que tenès que estar muy despierto, porque
existen múltiples desvíos y trampas antes de llegar a ella; y por su condición
de ocultamiento. Recordà que la Rosa està y desaparece; cambia de aspecto
constantemente; tiene bellos pètalos y aroma, pero también espinas. Porque eso
es lo que ocurre con esta flor: la tenès y la perdès, para después volver a
encontrarla; te deja su aroma y desaparece como una brisa suave de primavera.
Erdogàn, tenè presente que todos los que te encuentres, de alguna manera
también están buscando la rosa (aunque no lo sepan), porque ella es múltiple y
puede estar en muchos lugares a la vez.
Te dejo un gran abrazo, y aunque hayamos
perdido comunicación yo te observo siempre desde el Jardìn Resplandeciente. Tu
amigo Luz Mayor. Ah, me olvidaba: acordate que la Rosa y yo somos socios desde
hace muchiiiisimo tiempo”
Asì fue que el viajante Erdogàn emprendió
vuelo en su nave interestelar y se llevò en el bolsillo las instrucciones de su
amigo Luz Mayor para encontrar la Rosa y devolverla al lugar de donde èl había
venido, y donde también vivía Luz Mayor. Ese lugar se llamaba el Jardìn
Resplandeciente. Descendiendo por el túnel galáctico aterrizò…mejor dicho se
estrellò sobre una terraza del Pantano Triangular.
(Narrador toca la armònica).
Sin salir de su asombro, el viajero Erdogàn
bajò de esa terraza y salió a recorrer las calles de la ciudad pantano,
preguntandosè una y otra vez sobre las recomendaciones que Luz Mayor le había
dado en la nota. ¿Cuàles serán las múltiples trampas para encontrar la Rosa?;
¿còmo es posible que la Rosa aparezca y desaparezca?, se preguntaba…
-Entonces voy a tener que agarrarla muy
fuerte y guardarla bien tapada en un frasco, para que no se me escape- pensaba
mientras comìa un alfajor galáctico.
Y en eso que estaba pensando, de arriba de un
árbol se le apareció un enorme orangután.
-¿Què hace usted por acà?- le preguntò el
mono sorprendido.
-Yo estoy buscando a la Rosa del Desierto ¿Y
usted quièn es?
-¿La Rosa del Desierto? ¿Pero què clase de
rosa es? – dijo el mono.
-No sè amigo, eso es lo que me encargaron –
respondió Erdogàn
-Bueno, vea, no creo que en este pantano
sombrìo pueda usted encontrar nada parecido a una rosa, porque acà lo que más
abunda son esos jóvenes descarriados que no se han sabido adaptar a las reglas
del pantano Mire: ellos no son gente como uno, y a usted este lugar no le
conviene. Yo debo irme rápido porque en…(el orangután mira su reloj) quince minutos
empieza la promoción de seis bananas (el orangután marca el número con los
dedos) al precio de una en el shopping, pero recuerde: este lugar no es para
usted – le contestò el orangután.
Y asì, sin màs comentarios y sin saludar, el
orangután urbano siguió su camino rumbo al shopping, dejando confundido a
Erdogàn (Narrador toca la armònica).
¡Què raro es todo acà!, se decía Erdogàn
entre sorbo y sorbo de jugo interestelar, sentado en el banco de una plaza
inundada. Y mientras reflexionaba, vio acercarse algo que parecía un titiritero
de cristal (Narrador mueve los dedos como un marionetista), y una aspiradora
con una pantalla y un tubo (Narrador hace gesto de aspiración con manos y
onomatopeya).
-Disculpen, buenos hombres…estoy perdido en
este pantano ¿Podrìan indicarme què camino debo seguir para encontrar la Rosa
del Desierto?
-¿La Rosa del Desierto?, preguntò la
Aspiradora… -Ah, sì, esa rosa huidiza y rebelde. Yo soy la Aspiradora Satelital
y mi trabajo en este Pantano consiste en aspirar del tiempo y del espacio a los
habitantes, por medio de mi pantalla, así sea por unos pocos minutos. En una
época tuve a la Rosa como amiga y compartíamos tiempo, pero luego ella me
aburrió y la abandoné, porque el trabajo de aspiración que hago para mi jefe,
el Titiritero de Cristal (lo señala), es más importante.
La última vez que la vi estaba en el umbral
de una casona abandonada, al final de esa calle.
Fue entonces que el titiritero de cristal dio
su opinión acerca de la Rosa y dijo:
-A mì nunca me interesò la Rosa. Siempre
preferí el Totem dorado. Yo muevo los hilos para hacer mis negocios, acà en el
pantano y en otros pantanos también. Yo presto dinero por tres y cobro por
dosmil tres. Juntos a mis amigos, jugamos en la ruleta del Totem dorado y le
rendimos culto y pleitesía, calificando a los pantanos con la mala nota que se
merecen.
Aparte, yo mando y muevo a esta aspiradora
satelital con mis hilos negros, para que controle y espíe a toda la gente que
pueda en los pantanos, y me reporten mayores ganancias.
Y así se retiraron los dos, continuando su
camino.
(Narrador toca la armònica)
Sin perder ni un minuto, Erdogán pegó un
salto desde el banco de aquella plaza en donde estaba sentado y se entusiasmó.
Emprendió camino por la calle que le había indicado la Aspiradora, hasta que
divisó la vieja casona abandonada. Y allí, en el umbral de la casona, la vio a
lo lejos: resplandeciente, roja intensa, con un aroma penetrante que llegaba
hasta su nariz. ¡Era la Rosa del Desierto!
El corazón de Erdogàn comenzó a latir tan
fuerte que el chaleco espacial se le separaba del pecho y no sabìa si reír o
llorar: toc, toc, toc, toc, toc, le latìa (narrador hace gesto con la mano y
onomatopeya).
Sin pensarlo ni un solo minuto, tomò carrera,
se abalanzò sobre la Rosa y la arrancó de raíz guardandolá bien tapada en un
frasco de vidrio.
-¡Què suerte, pero què suerte que tuve de
encontrar esta hermosa Rosa! gritò; -ahora voy a poder regresar al Jardín
Resplandeciente con la misión cumplida, y Luz Mayor va a estar orgulloso de
mì!, y arrancò la Rosa de raíz, guardándola bien tapada en un frasco de vidrio.
Regresando a su nave interestelar, mientras
hacìa planes a futuro imaginando en què lugar del Jardìn Resplandeciente
plantarìa la Rosa, decidió acostarse a descansar debajo de un árbol, con la
Rosa a su lado. Y no pasaron dos horas de su sueño, cuando despertó y la
Rosa…la Rosa ya no estaba; había desaparecido.
-¿Pero còmo pudo haber sido posible esto, si
la dejè bien guardada?- se preguntaba; - ¡justo a mì me tuvo que pasar!, y
llorò…llorò amargamente.
La tarde caìa y al cabo de un largo rato,
decepcionado y sin saber què hacer, vio a lo lejos acercarse por el aire algo
que parecía una luz, una luz incandescente y de brillo intenso: era una vieja luciérnaga
danzarina y alegre.
-¿Què le anda pasando, mi buen amigo, que se
lo ve tan triste?, le preguntò la luciérnaga.
-¿Còmo dice?
-Que què le anda pasando con tanta tristeza…
-Pasa que me desapareció algo muy valioso que
tenía guardado ¿Y usted quièn es?
-Eh…Soy una “luciérnaga telescopical”, y
estaba yendo rumbo a un ensayo con mi grupo de amigos, eh…¿pero què es lo que
se le perdió?
-Vengo de un Jardìn Resplandeciente y se me
termina de perder la Rosa del Desierto.
-¡Ah…!, la Rosa –exclamò la sabia luciérnaga;
-la querida, perfumada y dulce Rosa…¡pero sì, hombre!, ¡hubiera empezado por
ahì…! Yo le voy a hacer un gran regalo para que, cada vez que usted pierda la
Rosa aquí en el Pantano Triangular, pueda recuperarla y guardarla en su corazón
hasta que se encariñe y ya no la pierda nunca más.
Pero hay algo que usted debe saber: no va a
poder volver al bello Jardìn de donde viene hasta que no haya aprendido todas
las lecciones que debe usted aprender en este Pantano Triangular Sur, de la
gente que vive aquí.
Y asì fue que la sabia luciérnaga sacò de su
bolso un colorido y despreocupado “Pájaro pez tijera” (Narrador hace al pájaro
con las manos y onomatopeya), para que Erdogàn lo alimentara y cuidara, y este
pajarito buscaba la Rosa, volando con sus alas brillosas y escamadas, y le
devolvía la Rosa cada vez que la perdía.
Erdogán regaba y cuidaba de la Rosa día y
noche, hasta que un buen dìa, cuando Erdogàn aprendiò todas las lecciones en el
Pantano Triangular, pudo finalmente volver a su Jardìn con la Rosa de
Desierto.-
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