EL PURGATORIO Y SUS SANTAS ALMAS
(de las entrevistas de
Nicky Eltz a la mística María Simma)
El Purgatorio es el
lugar y condición que toda alma de la
persona fallecida vive
cuando todavía necesita expiar y reparar
los pecados que cometió
a lo largo de su vida, antes de poder
reunirse con Jesús en
el Cielo. Es también un tiempo de espera
en donde las almas
ansían llegar a Dios. Este deseo de llegar a
El es su mayor
sufrimiento.
La Misericordia de
Jesús no desea el sufrimiento del Purgatorio,
pero la justicia lo
exige. Habrá que rendir cuentas ante el Señor
incluso de las faltas
más pequeñas.
El Purgatorio es la
purificación final de los elegidos, la última
etapa de la
santificación, y no es una forma del infierno.
El tiempo de estadía
en el Purgatorio es muy variado:
algunas almas están
simplemente media hora, y otras por
el resto del tiempo
hasta el último día. El promedio es de
cuarenta años.
Las almas del
Purgatorio saben todo de sus familias. Nos ven
todo el tiempo,
escuchan cada palabra que hablamos acerca
de ellos y saben
exactamente cuáles son nuestros sufrimientos.
Pero no conocen
nuestros pensamientos. Sólo Jesús y María conocen
lo que pensamos. Observan
sus propios
funerales y reconocen
a los falsos deudos de los que verdaderamente
rezan por ellos. Como
quien parado en la cima de una colina
tiene mayor
visibilidad que quien se encuentra en el valle,
pueden predecir las
consecuencias de las acciones humanas,
aunque sin ser
infalibles. Por sí solas no pueden purificarse:
necesitan de nuestras oraciones,
misas, caridad a los mortales,
y suelen dar señales
en sueños o con profundo gozo a los vivos,
de cuándo llegan
finalmente al Cielo.
Ningún alma del
Purgatorio desea regresar aquí a la tierra,
porque logran una
noción de Dios mucho más clara que
la nuestra. Dios no
pone a las almas en el Purgatorio; son
ellas mismas quienes
desean purificarse antes de reunirse con
Dios.
Las almas del
Purgatorio son pacientes y quieren sufrir porque
saben que a través del
sufrimiento expían y enmiendan sus faltas.
Ellas padecen
espiritualmente más y a veces mucho más que
nosotros, pero
nuestros sufrimientos en la tierra, a pesar de
ser menos severos,
valen muchísimo más para borrar nuestros
pecados, que aquellos
en el Purgatorio. Si tu comodidad
hizo sufrir a otras
personas acá en la tierra, deberás trabajar mucho
en el Purgatorio, y el
cansancio será mayor allí.
El Purgatorio tiene
tres niveles principales. En los niveles más
bajos Satanás todavía
puede atacar impunemente a las almas,
mientras que ya no
puede hacerlo en los niveles más altos. Se
nos pone a prueba
mientras estamos acá en la tierra, y la prueba
cesa cuando morimos,
pero las almas en el tercer nivel, que es el
más profundo del
Purgatorio, primero deben sufrir por los pecados
que cometieron antes
de que nuestra oración, misas y buenas
obras puedan ser
beneficiosas para ellas. Igualmente nuestras
oraciones pueden
evitar que el enemigo infernal ataque a las
almas de los niveles
bajos, especialmente pidiéndole a San
Miguel arcángel.
Las Santas Almas del
Purgatorio se arrepienten de las
oportunidades que
dejaron pasar para hacer buenas acciones
para Dios y para su
prójimo, y pueden ver los buenos frutos
que hubieran
resultado. Al morir perdemos la oportunidad de
realizar buenas obras.
Si el alma del Purgatorio por la que
ofrecemos oraciones ya
llegó al Cielo, la Virgen María se
encarga de
distribuirlas a otras almas que más las necesiten.
Las queridas almas del
Purgatorio nunca dirán ni harán nada
negativo a sus
familias. Siempre brindarán ayuda, protección,
reparación…Adelantemos
el largo sufrimiento del Purgatorio
con ciertos
sacrificios más breves en la tierra, ofrecidos a Dios.-
MATIAS CASTAGNINO
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