LA TRANSITORIEDAD
Que
basemos la importancia del amor en el pilar de la
transitoriedad
de todo en la vida, no significa andar llenando
de
vacuidad, sin sentido, ni de una nada vacía como telón de fondo a
todos
los movimientos nuestros.
Ninguna
emoción bondadosa se pierde en los tejidos del universo,
como
ninguna energía se elimina en la naturaleza.
Y
por encima del vacío, el divino paraíso en el que elegimos creer.
Sostienen
algunas corrientes psicológicas como la escuela de Lacan,
que
detrás de la figura del padre y de la madre no hay nada,
que
son funciones que cualquier otra persona puede cumplir,
y
que yendo a buscarlos a su tumba aún después de muertos,
los
cajones estarían vacíos. Lo mismo predican en cuanto a
“la
relación sexual”: sería una ilusión que exista un verdadero ligamen
con
el otro y mucho menos la complementariedad de la “media naranja”.
Estas
falacias podrían hacerse extensivas a cantidad de manifestaciones
de
los múltiples quehaceres y disciplinas humanas: también el
arte
podría suponerse algo vacío y despersonalizado del artista
que
lo produce, o las iglesias como simples espacios para
el
sostenimiento de mitos. Incluso montones de los males que
atormentan
al hombre desde que habita la tierra pueden pensarse
como
fantasías oscuras producto de su imaginación, pero que
pueden
llegar a producir consecuencias bien reales.
Los
aventurados sofistas y defensores de la estructura psicológica
pasan
completamente por alto el plano real de la energía,
su
interacción y efectos sobre el mundo físico, y el hecho
incuestionable
de que dichas energías pueden crearse,
medirse,
traspasarse hacia el mismo sujeto o hacia el prójimo,
no
sólo desde la propia psiquis humana sino también desde planos
superiores.
Sólo que la ciencia y la tecnología no pueden dominarlas
bien al día de hoy.-
Matías Castagnino
VIRGINALMENTE
En el lobby del hotel
fue el encuentro agazapado de la tarde.
Yo traía un beso encadenado entre mis
labios
y la llave de ese beso aguardaba en su
boca eterna
de las mil palabras.
Réplica de un terremoto contenido
-¿por qué no ahora?- me susurró suave.
La idea aquella que quita el sueño
sin más tentación que esos muslos.
Acaso resplandeciente
el infierno de Dante abrió las puertas
y su piel veinteañera era tan tirante
que podías cortarla con un papel.
Ahora pareciera que amo más su nombre
que a ella misma
las letras de su nombre nomás.
Perdida que fuera la estrechez esa
estará más cerca mío
que la vena yugular.
Virginalmente mi batalla ganada en tus
tierras
y mi alma inconquistable.
Si lo que dice
hace tiempo que estoy perdido,
pero sin ti Maritzia, sin ti.-
Matías Castagnino
TUS ENOJOS Y LOS CARCELEROS
He visto casamientos
de improvisto desistidos como espasmos.
A los bravucones más ásperos
contemplé empapando los pañuelos.
Traté de adivinar
el rumbo del poema,
y aun la tormenta suave
anuncia sensata su llegada.
A la transpiración de la traición
puedo olerla desde lejos,
pero nunca, nunca
me explicaré el misterio
de tus enojos repentinos.
El vicio de acumular información
hoy es lo que el viento se llevó.
Del sentido del humor
me enseñaste el sentido arte.
Ya no suelo regalar
los libros sin dedicatoria
ni evitar ciertos tiempos perdidos
por el yugo de la usura digitada.
La melancolía
por el cambio de estaciones
puede ser garrapiñada.
Veré caer las guerras
y al planeta rotar al revés,
Pero jamás, jamás
comprenderé la miseria
de los carceleros que coagulan.-
Matías Castagnino
TU NEUROSIS OBSESIVA
Será que esa neurosis obsesiva son mecanismos psicológicos
de
defensa ante los impulsos libidinosos edípicos no resueltos
de
pretender enamorarte de tu madre.
Y
parece que esos impulsos pueden presentarse en la necesidad
de
cercanía con tu madre, o una distancia represora que igualmente
sería
contraproducente. Sólo se trata de significar la falta en uno
mismo.
En
cada rechazo de tu madre a tu cercanía y búsqueda de cariño,
fuiste
generando durezas en tu corazón que te llevaron a defenderte
de
esos impulsos libidinosos tan necesarios, reprimiéndolos en tu
aislamiento,
al que siempre lo encausaste creativamente, con actividades
intelectuales
o manuales.
El
niño trata de ser el objeto que, según él, le falta a la madre. El nombre
de
este objeto es “falo”. Puede querer decir que uno se convierta en
un
chico brillante y seductor, o en alguien muerto, según cuál sea
la
forma que más parezca interesarle a la madre. Ser el “falo” alude
a
una posición imaginaria.
La
operación paterna consiste en destruir este juego con la madre,
en
significar que el falo que el niño anhela encarnar se ha perdido,
está
fuera de su alcance, falta, es imposible…El falo, para ambos
sexos,
es algo perdido. Esto es la castración: la renuncia a la
permanente
tentativa de ser el falo para la madre. Los neuróticos,
por
desgracia, no se resignan a esta renuncia.
El
fantasma neurótico identifica el falo simbólico (o significante
del
goce) con la “demanda del otro”. En vez de existir una falta
en
el otro (que sería el “objeto causa del deseo”), hay un pedido
del
otro. Es decir que la estrategia del neurótico consiste en
sustituir
el “objeto causa del deseo” por la demanda; el deseo
del
otro por su demanda. La estrategia neurótica consiste en
plantear
una demanda como posible de satisfacer. El fracaso de
esta
estrategia y la aparición del “objeto causa del deseo”, hará
perder
al fantasma neurótico su función de enmascarar la angustia.
La
neurosis es inseparable de una huida ante el deseo del padre o
de
la madre, que el sujeto reemplaza por su demanda.
El
obsesivo oculta la angustia acentuando lo imposible de su
desvanecimiento
como sujeto, con la fortaleza de su yo. El
neurótico
se aferra a la castración imaginaria, por la pérdida de
goce,
ya que es la condición de la fortaleza de su imagen. Pero
ocurre
que lo no visible hace de la imagen –en primer lugar la
propia-
una imagen deseada, precisamente porque ésta adquiere
la
función de velar lo que falta. Entonces el yo del obsesivo
encubre
su castración imaginaria a la que se aferra para no
desvanecerse.
Sin la función de la pérdida del goce, sostén de
la
imagen narcisista, el neurótico –no sólo el obsesivo- se encontraría
realmente
a merced del goce del otro, sin ninguna posibilidad
de
reconocerse.-
Matías Castagnino
TU CAMINO NO ES CARGA
La permanente iridiscencia de la búsqueda
en el pecho. Fue señal
de que el ángel
sobrevolaba la pequeña
pluma blanca caída
a mis pies. Tu camino
no es el peso de una
cruz indiferentemente
frívola en el fango
del mercado digitado,
a la sombra del
declive de la aurora.
Si sientes peso
adentro de ti, te apartas
del camino. Sé alegría
y humildad constante.
El fuego es alegre; lo
líquido pesa.
El sendero no carga
lastres del presunto
sacrificio en
martirios, y sin embargo no es
una alfombra de plumas
irresponsables.
Consúmete o inmólate
bellamente en la
suavísima plegaria que pulveriza a cierto ego.-
Matías Castagnino
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