jueves, 16 de diciembre de 2021

LIBRO: "LA CURA PSICOLOGICA DE LA NEUROSIS DE IRINEO CROPOSKY (SUS AUTOANALISIS Y TERAPIAS)" MATIAS CASTAGNINO

 

















 LIBRO: "LA CURA PSICOLOGICA  DE LA  NEUROSIS DE IRINEO  CROPOSKY  (SUS AUTOANALISIS Y TERAPIAS)"   MATIAS CASTAGNINO

La carga del peso ajeno en los vínculos. Una medición fina de la soberbia

Yo realizo una proyección del peso que representò mi padre hacia mì, identificando a determinadas personas con dicha carga. Suelen ser sujetos que se acercan bondadosamente a mì, pero que a la vez me demandan tiempo y energía para proyectos en común en los que yo debo aportar y cargar màs, obteniendo quizás un menor beneficio.

Sucede que con mi padre existe una medición de mi parte bastante extrema en cuanto a su soberbia, que me llevò a calcular milimétricamente el punto de su arrogancia en los encuentros casuales que hemos tenido en la calle, para no volver a ser yo despreciado por èl como lo fui de niño, y con la finalidad de que èl genere el movimiento de apertura amorosa en su corazón, acercándose a mì en dichos encuentros, como salto espiritual de humildad. Sè que al ser yo indiferente cuando me lo he cruzado, y èl también, ambos estamos sosteniendo un semblante de fortaleza, pero en mi caso necesito hacerlo porque todo el malestar, sombras, perjuicios y dolor que experimentè en los dos años de vìnculo tras el reencuentro, me llevaron a comprender que continuaba sin abrir bien su corazón, incluso con mi hermana y sus nietos. Soy conciente de que realizando una medición tan fina corro el serio riesgo de trasladarla a otra gente en general, aislándome, perdiendo oportunidades, generando soledad en mi vida en base a temores propios, perjuicios y el sostenimiento de una falsa vara alta de perfección en las personas con quienes me vinculo. Esto va totalmente en contra de la apertura social que deseo.

Recientemente logré detectar similitudes en la ruptura de los vínculos con un ex amigo llamado Asdrúbal, con quien iniciamos un proyecto musical dos años atrás, de muy corta vida; y con Desiré, una mujer sexagenaria con quien estuve actualmente en dudas acerca de comenzar un noviazgo. Con ambos existió una buena predisposición hacia mí, tomando ellos la iniciativa para acercarse, e incluso con Desiré mantenemos relaciones sexuales, aceptando cada uno adaptarse a mis tiempos viniendo a mi hogar, y adoptando yo la posición de líder para llevar adelante cada relación. Con los dos yo di vueltas para comenzar a relacionarme, por sentir que yo debía cargar más peso en la relación por estar ellos en inferioridad de condiciones en determinados aspectos. Por ejemplo, Asdrúbal se ofreció a ayudarme con el ciclo multiartístico que llevé adelante para aquel entonces, pero él era bastante mal músico y yo no le veía salida eficaz al proyecto musical con él que se me ocurrió generar para que existiera algo en común para compartir. Fundamentalmente porque este emprendimiento no nos posibilitaba los ingresos económicos para los que había sido ideado, y demandaba ensayos, tiempo, energía, dinero, etc. Así fue que comencé a medir muy en detalle cuánto aportaba él para este proyecto, y cuánto yo, en todo sentido, terminando por discutir y distanciarnos luego de la primer presentación en vivo que conseguí yo. Recuerdo que en el único ensayo que hicimos juntos yo sentía que le quitaba tiempo de crianza a mi hijo.

Con Desiré, por su lado, a pesar de su flexibilidad, tolerancia e interés en mí, nos distancia una abundante diferencia de edad de dieciséis años, y energías bastante diferentes: ella es demasiado activa y carga grandes cantidades de ansias producto del dolor de su historia mal duelada por ser ella adoptada. Aparte de que se me dificulta planificar demasiado a futuro con ella por la diferencia de edad que le traería menos vitalidad que yo, existen los problemas de que me sobrecarga con sus ansias (neurosis), y además no comprende bien el ritmo distante de noviazgo que yo puedo ofrecer, por ser mi hijo el centro de mi vida, y elegir yo criarlo cercanamente.

El punto con ellos y con la gente en general, es no identificarlos con la persona y vínculo que me vi obligado a mantener con mi padre, porque de lo contrario me terminaría quedando muy solo.

Esas fueron las causas de mi falta de pasión generalizada y fe

La razón de mi falta de pasión generalizada que vengo padeciendo desde hace muchos años, y que afectó distintos aspectos de mi vida, se debe al temor inconciente a no poder salir adelante en la vida, después de todo el dolor, temores y vacío generado por mi padre. Mi madre fue y es un sostén fundamental para alentarme en mis proyectos y demostrarme que esos miedos y baja autoestima son totalmente infundados. Este obstáculo para una pasión y fe mayores se manifestó en los noviazgos que no me funcionaron, en el vínculo a veces poco comunicativo con mi hijo, en la falta de involucramiento en mi trabajo en el Ministerio, en la falta de profesionalismo con el arte y en la escases de habilidades y mayor afecto en todos mis vínculos humanos.

También se expresó mi falta de pasión en el poco uso de mi título universitario de economista en forma privada. Muchos de estos caminos que no prosperaron en mi vida, obedecieron a causa justificadas y coherentes, pero algunas de éstas pueden haber funcionado como excusas para obtener beneficios secundarios. Por ejemplo, la escasés de pasión que manifesté para continuar con las diferentes bandas de música, se debió a que con ninguna de ellas logré generar una continuidad en las presentaciones en vivo, ni mucho menos la obtención de ingresos económicos.

Estas fueron metas concretas que establecí en un momento de mi vida para dignificar mi oficio de artista, pero al verse obstaculizadas dentro y fuera de mi ciudad, opté por abandonar totalmente el camino del arte durante cuatro años, iniciando y terminando mi carrera universitaria de Economía. Allí la pasión se extinguió por completo hacia el arte, por razones aparentemente justificadas, pero luego del parate comprendí que la ganancia espiritual con el arte puede significar mucho, tanto para mí como hacia el prójimo, y que en verdad no se justificó cortar tanto tiempo con el desarrollo musical y literario. E incluso sin lograr la meta de las ganancias económicas con la profesión de la abogacía, entendí que la problemática era otra en mi alma, y que existían otros síntomas y traumas que debía yo desarticular para generar la fe que me faltaba.

Actualmente, haciendo efecto los diez meses de terapias de psicoanálisis que vengo realizando, sumados a objetivos que han quedado completamente cumplidos en mi vida, (como la terminación de la obra de ampliación del ex hogar que le proveí a mi hijo y su madre, y la mudanza de ellos a su nuevo hogar mucho más confortable, proporcionado por mi suegra); así, actualmente, compruebo que para generar esos niveles de pasión más profundos, no necesito recurrir a un acercamiento a mi padre biológico, sino que a esa fuerza la tengo dentro mío, y también cuento con los medios para desarrollarla. Y basándome en mi experiencia pasada del reencuentro oscuro y ruinoso con mi papá, la forma de sostener dicha pasión sea justamente la contraria: seguir distanciado de él y sus sombras, pero con la conciencia de no dejar caer mi autoestima como desde niño por suponer que no podría salir adelante.

Paralelamente, la casa actual de mi hijo, propiedad de su madre, vino a solucionar definitivamente la infraestructura familiar viviendo en casas separadas mi hijo y yo, poniéndole fin a todo el padecimiento y desgaste de tiempo y energía que sufrí desde que conocí a Sofía, por estar obligado a proveerle y acondicionar los inmuebles en los que mi hijo vivió, estando yo separado de su madre. Desde que tienen techo propio y Sofía se encarga de su mantenimiento, yo puedo dedicar ese tiempo al arte y a actividades placenteras, logrando que mi pasión aumente. Un punto importante del aumento de mi pasión en general, es que no derive en ansiedad ni síntomas vinculados que ya padecí.

La otra enorme causa que obstaculizó la fe y pasión en mi vida desde mi infancia es el hecho de no haber recibido el suficiente amor por parte de mi padre ni de mi madre, con un mayor afecto. Tanto al reencontrar a mi papá, como actualmente con mi mamá, ninguno de ellos estuvo dispuesto a una mayor entrega afectiva hacia mí, ni dedicación, ni apertura. Esto más allá de que mi madre me asista materialmente al día de hoy, con diferentes clases de apoyos que he necesitado. Esta carencia de involucramiento cariñoso por ambos, es una de las razones por las que yo genero el síntoma de mi soledad y aislamiento desde que tengo memoria. Es como si yo generando históricamente los tiempos y espacios de completa soledad en mi vida, me mantuviera a la espera de que mis padres vengan a visitarme, me protejan, se sientan orgullosos de mí, me acompañen, etc. Ante esa realidad, las opciones son apenas dos y consisten en: o guardarles un gran rencor por su falta de amor y decidir alejarme de ambos. O bien aceptar a mi madre con dicha miseria y generar los espacios para compartir las pocas actividades que ella posibilita, y en los pocos tiempos que yo permito para evitar su goce tóxico y parasitario de violentarme con críticas, desprecios, etc.

En cuanto a mi padre, la distancia que decido mantener con él desde hace décadas obedece a síntomas y males mucho más profundos que me afectan con su cercanía.

El desafío en mi vida pasa por aceptar esa carencia afectiva y generar algo creativo y superador, justamente cultivando constantemente el espíritu de fe, pasión y mayor autoestima que me ha faltado. Y comprendiendo que la miseria de la falta de afecto es un peso que recae sobre quien lo genera, o sea mis padres, y que de ninguna forma debe perjudicarme. Por ejemplo, a mis tiempos de soledad que disfruto mucho, debo concebirlos como el desarrollo de dones y talentos para ser dados, y no como una búsqueda inconciente y sintomática del cariño de mis padres, ni como un mecanismo narcisista de regresión de la libido sobre mí y mis objetos, para desmentir esa falta de afecto, tal como lo hice desde pequeño.

Por otro lado, en esa merma de mi fe también influye la identificación del abandono que mi padre hizo conmigo, asumiendo yo ese fantasma y posicionándome como abandonado y despreciado hacia diferentes personas. Esto produjo el distanciamiento que padezco al día de hoy con mis hermanos, sobrino, ex novias, algunos amigos, etc. Y esta es una de las razones por las que a veces asumo una conducta fálica hacia mi hijo, ya que cargo con el temor de caer en ese fantasma de “Irineo, el niño que debe ser abandonado como lo abandonó su padre”, también con él, distanciándome y temiendo ser olvidado por él, como lo soy por mis hermanos, sobrinos y algunos amigos.

Este fantasma también se manifiesta en mi vida en ser descuidado con mi aseo personal, con la limpieza de mi hogar, mi auto, con reparaciones que postergo, la falta de uso de mis títulos, etc. o sea, relegar al olvido a afectos, gestiones, proyectos y hasta a mí mismo, tal como me veo obligado a distanciarme y olvidar a mi padre. Este mecanismo está vinculado con la “identificación narcisista” que Freud describe en los depresivos, por la cual los reproches implacables que ellos dirigen contra sí mismos van dirigidos en realidad hacia otra persona: el objeto sexual perdido. Así, retiran la libido del objeto, pero incorporan a dicho objeto al yo, lo proyectan sobre sí. El propio yo del sujeto recibe el tratamiento que le correspondería al objeto abandonado y sufre todas aquellas agresiones y venganzas que el sujeto reserva para aquel. A la vez, en cuanto a mi abandono y desprecio hacia diferentes vínculos míos, también puede existir un “trastorno hacia lo contrario” como destino malo de mis pulsiones, en el sentido de hacerle padecer a otros, ahora en forma activa, el desprecio que sufrí de mi padre de niño, en forma pasiva.

Freud hace referencia a “apoderarse de los síntomas y hacerlos desaparecer, activando las fuerzas motivacionales que en la época en que los síntomas nacieron no se hallaban a disposición del enfermo. Este proceso culminó en la represión”. Claramente dichas fuerzas inhibidas son la causa de mi falta de pasión en la actualidad, y fueron producto del desprecio y ausencia de mi padre desde que me concibió. Yo no conté nunca con él para volcar mi libido ni recibir la suya, y esto generó un gran vacío los primeros cuatro años de mi vida, atenuado después con la crianza de mi papá Gustavo. En todo caso mi libido se podría haber adherido a la fantasía de la imagen paterna ausente, y el dolor inconciente por su desprecio. Si a esta sombra del cariño ausente de mi padre no la desarticulo, va a continuar restándome en todos los caminos de mi vida.

Un sueño revelador con mi abuelo Miguel

Hoy por la mañana soñé con mi abuelo Miguel, fallecido hace treintaidos años, que estábamos almorzando junto a mi abuela en su casa de calle Rodríguez, y yo comenzaba a alentar con un canto de hinchada a Newell´s, nuestro equipo de fútbol. El estaba muy contento y orgulloso de mí, de que siguiera la tradición y amor por el equipo que él también tenía y me había transmitido. Fue el sentimiento de compartir algo tradicional, bello y familiar en común, y los dos estábamos muy felices. A esta emoción de compartir algo tradicional que nos unía, con un ser querido orgulloso de mí, no la experimenté jamás en mi vida, ni siquiera con mi madre ni con mi papá Gustavo.

Previamente a este sueño, ocurrieron sucesos vinculados con el mismo, y con la temática de fondo de la función paterna debilitada en mi vida desde que nací, y su correspondiente desmentida como una de las causas fundamentales de mi neurosis. Aparte de manifestar mi preocupación por no cumplir bien yo dicha función con mi hijo. Por ejemplo, dos días antes del sueño, yo había jugado con una pelota de Newell´s con mi hijo en el parque, después de mucho tiempo sin hacerlo, y luego de un comentario de mi mamá acerca de que mi hermano estaba realizando dicho juego con mi sobrino para entrenarlo. Una semana antes, yo había observado las dificultades de mi hijo para desarrollar la práctica de fútbol en las clases a las que asiste dos veces por semana, por lo que ya tenía en mente entrenarlo. Por otro lado, también durante la semana previa al sueño, vi en una red social las publicaciones de mi amigo Tiago con su hijo juagando al básquet en el equipo de Newell´s. La fecha del sueño fue el veintinueve de septiembre, día de los Santos Arcángeles (y de San Miguel), tal como se llamaba mi abuelo. Todo esto relacionado con la enseñanza de Freud de que en los sueños se condensan y desplazan las percepciones de los últimos días o semanas del sujeto.

Este sueño fue de vital importancia dada la intensidad emocional que me produjo contar con el cariño y aprobación de mi querido abuelo, como una parte de la energía paterna que me faltó desde mi gestación. No tengo la menor duda de que la inspiración del sueño se produjo por intervención divina, sea de Jesucristo, la Virgen María, Dios, el Espíritu Santo, o los ángeles, dado que ocurrió en la fecha de la conmemoración angélica y, como de costumbre, siempre solicito protección y sabiduría divina para mí y mis afectos antes de dormir.

Técnicamente, a nivel psicológico, el sueño vino a proporcionarme el conocimiento visual y emocional de ese entendimiento, cariño, orgullo y confianza que jamás había yo experimentado así, ni por mi padre ni por mi madre, y reveló que mucha de la reticencia de mi madre para confiar más en mí, fue justamente esa carencia mía de apoyo paterno, esa certeza. Como resultado inmediato del destrabe que produjo la escena con mi abuelo, mantuve una reunión con mi jefe laboral con quien suelo tener diferencias de criterios a menudo, y a pesar de discutir sobre el procedimiento a seguir con diferentes expedientes, llegamos a un acuerdo y terminamos compartiendo temas familiares de charla. Claramente, las fuertes discusiones que solíamos tener antaño, y su desconfianza para atribuirme funciones, se debieron a muestras de debilidad y negligencia de parte mía, y a su excesivo formalismo. Pero con el cambio de actitud y mayor compromiso que decidí adoptar luego de mi última mala calificación, sumado a la fuerza del dichoso sueño, tuerzo el rumbo de un destino errado y logro una realidad más feliz.

Mi amado abuelo Miguel fue uno de los dos modelos paternos que yo tuve desde mi nacimiento, ante el abandono de mi padre biológico, fue quien me introdujo en el amor hacia la música, ya que era un gran melómano de tango. Y aparte de hacerme hincha de Newell´s, fue quien compartía juegos conmigo, como las rascadas de espalda, las compras y caminatas que hacíamos juntos en el barrio, el gusto por la lectura del diario y la clasificación de información, los bares que él frecuentaba y me hacía conocer, etc. Muchas de estas tradiciones yo las comparto con mi hijo al día de hoy, aparte de sumarle los principios y valores que me enseñó mi papá Gustavo.

Con relación a mi amigo Tiago y el vínculo con su hijo, es claro que genera incertidumbre en dos aspectos, comparándolo con mi realidad. Estos son: primero, la relación fraterna que mantienen entre ellos, teniendo su hijo once años, pone en duda el vínculo mío con David para el caso de que yo no sea lo suficientemente buen padre, y mi hijo opte por distanciarse de mí cuando tenga autonomía. Actualmente eso no sucede porque mi hijo disfruta mucho las actividades conmigo y accede a la mayoría de ellas. Y en segundo lugar, me cuestiono la integración con su grupo de amigos a la que le permite acceder Tiago a su hijo, siendo que yo no tengo grupos de amistades desde mi adolescencia, siendo mis amigos sueltos e individuales en mi vida, sin conocerse entre ellos. Este último sería un punto secundario porque no tengo interés en generar una agrupación de amistades, aunque sí deseo expandirme a nivel social con nuevos vínculos, generando una red de relaciones a las cuales poder recurrir toda mi vida para no padecer la soledad.


El pernicioso hábito de proyectar demasiado a futuro. Una nueva perspectiva social para mi vida

Históricamente yo cultivé el hábito de proyectar demasiado a futuro ciertos objetivos en mi vida. Esto me ha resultado muy bueno en algunos aspectos, y ha sido causa de ruina en otros. Por ejemplo, programar la cursada y prioridad de materias para rendir en la facultad a largo plazo, fue fundamental para poder recibirme, al igual que los beneficios de mi título con los ingresos y posicionamiento que me permite en mi trabajo. Pero contrariamente, pensar muy a futuro el uso de la casa que compré para la provisión de mi hijo, ideando incluso una cochera para que él dispusiera al tener un auto, siendo que la adquirí cuando apenas él tenía un año, fue un grueso error que pagué con la contrapartida de haber estado muy derruido dicho inmueble, gastando cantidad de dinero, tiempo y energía para refaccionarlo y ampliarlo, con múltiples percances. Sumados al movimiento imprevisto del destino que produjo que Sofía y David se mudaran de allí, apenas tres años después de ocuparlo. En este emprendimiento necesario en mi vida, yo debí haber buscado un lugar un poco más chico (como un departamento de pasillo), o haber pedido un préstamo o más ayuda económica a mi madre y adquirir un hogar en mejor estado, sin programar demasiado lejos el uso que mi hijo y su madre fueran a darle.

Como regla general, aprendí que en cualquier orden de la vida, no es bueno pensar demasiado a futuro. 

Matías Castagnino

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