CINCO POESIAS QUE ME DEDICO MI MADRE DURANTE MI INFANCIA
EL GOZO DEL HIJO…
El
gozo del hijo
comienza
en el deseo,
en
el simple anhelo
de
llevarlo dentro.
Crece
inmensamente
junto
al movimiento tenue
de
su cuerpo en el nuestro.
Galopa
incesante
con
sus golpes firmes, certeros,
testimonio
indudable
de
su vida en la nuestra.
Pero
el placer
sigue
en crescendo al dolor primero
y
al último.
El
llanto, la pelusa suave, la boca.
Todo
es gozo supremo.-
EL NIÑO CRECE…
El
niño crece
sin
preguntarme siquiera
si puede hacerlo.
Tan
sólo sabe
de
mi real gozo,
de
mi ansiedad
por
besar su cuerpo,
de
mi inquietud
por
rozar su rostro,
tibia carita de ángel despierto.
Mi
niño crece
y
crece la dicha
de poseerlo.
Mi
niño,
¡cómo te quiero!
Roxana
Itatí Latorre – 1978
DIBUJO MIL CABALLOS
Dibujo
mil caballos
para
mi hijo
y
él cabalga
sin montura ni miedo.
Invento
mil historias
y
él se integra
de
la mano de un duende
al mundo nuevo.
Lo
amo.
Lo
dejo en el gozo de sus cosas.
Calmo su llanto si puedo.-
Roxana
Itatí Latorre – 1979
HIJO, TU SUEÑO ME SERENA
Hijo,
tu
sueño me serena,
nada
de lo tuyo,
ni
tu bullicio,
me altera.
Hijo,
bálsamo
hermoso
para
todos los males del mundo,
lloro
por ti
mientras
escribo ansiosa este poema.
Llanto
de gracia,
llanto sin penas.
Hijo,
cuando
despiertes
voy
a dar gracias una vez más
por tu presencia.-
Roxana
Itatí Latorre – 1980
UN HIJO ES HOY
Un
hijo es hoy, de pronto,
una
cosa rubia e inquieta
que
aprieta incansable
mis
rodillas:
la
medida de su altura
en el universo.
Es
un poema interrumpido varias veces,
con
sus peticiones, sus besos
y un par de dedos pequeñitos.
Ajeno
a mí
quiere
ser mío por un rato.
Lo
dejo.-
Roxana Itatí Latorre
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