ENGENDRARE AL FIRMAMENTO EN CANCIONES
La
mañana me envuelve con su manto frío de apenas al nacer,
y
la quietud desmayada de un crepúsculo encandila tibiamente los
ojos.
Es que el amanecer ya derramó su tintura en los cielos.
Allá
una orilla que supo de inundaciones e inmigrantes,
y
su cabellera turbulenta siempre allá. Acá mi chispa que empieza
a
desvirtuar su trayecto en el aire, cuando fluja y refluja el infinito
mar
de vibraciones que la rodea.
Gentes
cruzan y pasan en su maratón esquizoide por la urbe,
programados
todos para tapar agujeros cuando, a la vez,
otros
nuevos se hacen. Eso que el día recién destapa su hermoso
sexo
virginal, cuando ellos lo dan por perdido.
Ella
destella vagabunda entre gladiadores con pies de arena,
que
luchan insaciables contra agujas que no pararán jamás.
Quizás
algún día retrocedan solas. Ellos se desmoronan con
cualquier
ventisca porque sólo eso es el tiempo, arena…
Acá,
números en verdad, que perfilan como dardos al vacío.
Lágrimas
detrás no cesando de caer del manantial y su espera.
Quiero
yo beber toda tu lactancia de madre inmutable,
de
niño que juega despreocupado de la muerte en su fantasía,
pronta
a deshacerse con los años; de loco con su lata que es
mucho
más que un perro, de jardín que cambia en instantes su
fachada
hasta florecer y secarse y así…eternamente.
Pienso
en engendrar todo el firmamento en canciones
ya
que un suspiro entró por la ventana, acariciando mi rostro,
desvaneciéndose
en entrecortadas imágenes, que solas se
acomodarán
al juntarse.-
Matías Castagnino
ESTOY INTENTANDO BRINDARLE
A MI HIJO (LA CASA INAGOTABLE)
Estoy
buscando y encontrando a medias las claves
para
hacerle lo más liviano posible el pasaje a mi hijo
por
esta cárcel alienante de la ciudad y del sistema,
lo
alienante de la educación formal y del trabajo en
relación
de dependencia.
Las
luchas diarias para que el sueño de crear y dar mi arte
no
se vuelva una pieza de museo, cuando la rutina,
la
dispersión y el cansancio nos muerden los talones.
Estoy
intentando darle a mi hijo mucho de lo que no
recibí
de mis padres, ciudándolo de las sombras variadas
como
quien contempla el amanecer frente al mar.
Las
sombras de la pantalla hipnotizante, las fauces del
aislamiento
traidor, las arenas movedizas de un mundo
viejo
sin caridad ni filo celestial.
Confío
en que todos estos movimientos luminosos
hacia
el pequeñito y su madre, van a producir más
brillo
que ácido, volcándonos también hacia la hueste
de
los que trenzamos una conciencia de grupo generadora
del
sustento vital y de la casa inagotable.-
ALGUNAS NEUROSIS JUNTO A MI NOVIA ODESSA
Cada vez que nos sacábamos de
nuestras propias trincheras
de aislamiento, enseguida le
pasábamos la cuenta al otro
con una guerra bastante álgida: o
buscar pelos en la sopa
para estallar; o provocar con
actitudes, etc.
Yo pretendía inconcientemente
generar una pausa, un vacío,
un espíritu neutro y sin
interacción con Odessa durante mi
aislamiento. Como pretender
invisibilizarla para no verme
afectado por ella y amenazado
ante la salida de mi trinchera
cueva, donde me sentía protegido.
Tus escaladas de violencia son la
impotencia interna de no
sentirte comprendida, con la
reactividad que eso produce en
vos. Sentir que no comprendo que
ante supuestos aislamientos
o rechazos mìos, te ves
nuevamente amenazada como cuando
eras niña, a quedarte abandonada
por tu padre que viajaba o
por tu madre que nunca maternizò
bien con vos, tratándote como
a una adulta cuando apenas eras
una piba.
Al fin de cuentas creo que nos
buscamos para contrarrestar nuestras
pulsiones de muerte o Tanatos,
que son muertes muy especìficas,
Y nuestro organismo defendiéndose
contra todas las amenazas de
muerte que no sea la que nos
corresponde.
Yo te desviaba de tu pulsión de
muerte natural (tu apego al trabajo),
y vos de la mìa (mi aislamiento),
pero a costa de que Tanatos reaccionara
con agresión por ya no poder
matarnos, y exponernos a lo nuevo
que cada uno nos proponíamos al
otro.
Se trata de tolerar los embates
mutuos de nuestros inconcientes,
que se turnan como en una
guerrita para expresar lo mucho
que nos marcaron las parejas
anteriores, el temor al abandono;
los descuidos de nuestros padres.
A veces me pone mal pensar que
nuestro hijito estè viviendo
quizás con nuestras peleas,
situaciones màs hostiles que los
niños refugiados o sometidos a la
inmigración ilegal, que al
menos cuentan con el amor de sus padres.-
Matías Castagnino
YENDO EN SENTIDO CONTRARIO A MI AGUJERO NEGRO
Mi
agujero negro succionador fue el aislamiento social,
desde
niño siempre ahí, u otras miserias derivadas de esa
cloaca,
como la soberbia, la comodidad o la desconfianza.
La
espera a que regresara mi madre del trabajo, o a recuperar
a
un padre que de a poco se iba perdiendo, o la evitación
de
la conflictividad entre ellos, fueron el caldo de cultivo
del
pozo negro.
Muchos
de los encuentros evitados con el prójimo, reemplazados
por
una creatividad solitaria, no hicieron más que acrecentar los
canales
de la muerte callada.
Todo
camino en la dirección del agujero negro permitió un
beneficio
secundario de lo más escaso y consumidor: invertir
mil
de esfuerzo para obtener tres de ganancia, y el tiempo de
vida
que se acababa mientras continuábamos empantanados.
Eso
fue mi vida durante un largo período: la suma de titánicos esfuerzos
cosechando
frutos mínimos; los errores de cálculo que nos dejaban
con
los “premios consuelo” y la bastante mezquina ganancia
residual.
Llegaron
distintas y menores las luces esperadas de la fama, o del título
universitario
o de amores más idílicos en pareja.
El
obstáculo siempre fue ese hueco, y los días que nos quedan
por
delante tendrán sentido en la dirección diametralmente opuesta.-
Matías Castagnino
DEL INTRINCADO DESENCADENAMIENTO QUE PRODUJO EN MI VIDA CORTAR LAZOS CON MI PADRE
Mi
padre decidió volcarse para el lado de las sombras, y yo nunca màs lo vi.
De
niño tenía la angustia de que los demás no comprendìan mi desesperación
ante
los conflictos y divorcio de mis padres.
Una
de las secuelas que dejó el doloroso divorcio de mis padres, por culpa de
mi
papà, fue la dificultad para confiar en otros hombres a nivel de amistad
fluida,
con los códigos de lealtad, solidaridad, preocupación por el otro,
soltura
en las bromas…todas enseñanzas que me faltaron de mi padre.
Yo
sentía como un desinterés en profundizar la amistad con cualquier persona;
quizás
prejuzgando que como ya me había traicionado mi padre de pequeño,
iba
a correr con igual suerte con quienquiera que echara raíces.
La
sensación era la de estar en desventaja frente a otros hombres que habían
tenido
la crianza de su padre, con esa sabiduría y comprensión que sòlo un
papà
puede transmitir.
Me
faltò el “venì hijo, descansà en papà y despreocupate que te cuido”.
Toda
esa nebulosa que se generò en mì, de no poder manejar los códigos de
la
confianza entre padre e hijo, por no ser mi padre de crianza mi padre
biológico.
Aquèl
tuvo una mayor rigidez en la educación hacia mì que hacia sus hijos
hombres
de sangre.
Con
casi todos los jefes tuve un vìnculo conflictivo y rebelde. Es evidente
que
se debió a la falta de lìmites que no tuve de mi propio padre, y a prevenirme
de
su irresponsabilidad y perniciòn, desarrollando un espíritu crìtico hacia
la
autoridad.
Las
fallas de la realidad me esperaban crueles ya desde antes de nacer, y ahì
surgió
el valor al que me dispuse para nacer con vida y enfrentar una realidad
hostil
y de carencias paternas. Nacì guerrero.
Seguimos
el camino de la vida tres almas, comandados por mi madre y
embarcados
a tormentas mucho menores.
Aprendì
que existen determinadas personas a las que no es bueno a cercarse
ni
por compasión, y que esa es la mejor manera de ayudarlos.
A
veces me pregunto por el precio que deberè pagar por evitar el mal mayor
de
frecuentar a mi padre, y si hay manera de suprimir el mal residual de esa
distancia,
en esta vida.-
Matías Castagnino
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